El encuentro de cuatro imperios

ENTREVISTA: JAVIER FERNANDEZ AGUADO

Javier Fernández Aguado es el referente indiscutido del Management (gobierno de personas y organizaciones) en lengua española. Socio director de MindValue  y director de investigación de EUCIM, ha sido catedrático de la Escuela de Negocios de Navarra y director de la cátedra de Management de ‘la Caixa’ en IE Business School. Su labor de asesoramiento o formación ha sido solicitada por cientos de entidades mercantiles y financieras de Europa, América, Asia y África.

La razón de su éxito se fundamenta en su afán investigador, trabajo al que dedica cientos de horas al año desde hace décadas. Fruto de esa brega es su nuevo libro sobre el Management de españoles, aztecas, incas y mayas, que lleva por título El encuentro de cuatro imperios, primorosamente editado por Kolima.

Han surgido de su pluma casi cuarenta libros, con títulos tan sugerentes como 2000 años liderando equipos, El Management del Tercer Reich, ¡Camaradas! De Lenin a hoy, El idioma del liderazgo o Liderar en un mundo imperfecto.

¿Cuál es el motivo de haber elegido las culturas precolombinas en esta ocasión?

Aterricé en América por primera vez en 1991 como consejero de una Fundación hispanosuiza. Esta fundación había promovido un centro de formación en Quito para adiestrar en labores manuales a niños con disfunciones físicas o psíquicas, y que de ese modo pudieran salir adelante. Desde aquella primera ocasión quedé fascinado por Hispanoamérica. En los numerosos viajes que se han sucedido desde entonces, he procurado siempre aprender de lo acaecido en estos países antes de la llegada de los españoles, durante la colonia y tras los procesos de emancipación.

El encuentro de cuatro imperios es fruto de más de tres décadas de maduración. Para su preparación, he contado con una ingente bibliografía además de con el conocimiento directo de numerosos enclaves arqueológicos, museos antropológicos, etnográficos, etc. He tenido ocasión, además, de charlar con numerosos expertos procedentes de diversos países. El apoyo de la Fundación la Caixa a través de la cátedra de Management en el IE ha sido esencial para culminar el trabajo.

¿Es posible contar con información fidedigna de sucesos acaecidos hace cientos de años?

Confluyen en este sentido factores de gran relevancia. En primer lugar, los reyes españoles estaban tan comprometidos con el descubrimiento de América y se empeñaron tanto en realizarlo de la manera más exquisita posible, que recopilaron leyes, narraciones, transcripción de debates éticos y jurídicos y mucha más documentación que se encuentra al alcance de los investigadores. En segundo término, tribus precolombinas grabaron en piedra su historia y creencias, que en muchos casos han podido ser descifradas. Por último, contamos con abundantes textos, tanto de españoles de gran cultura como es el caso de Bernal Díaz del Castillo o del propio Hernán Cortés, junto a profundos estudios elaborados por religiosos españoles que, para llevar a cabo una evangelización más eficaz, recogieron con mimo y por escrito narraciones precolombinas oralmente transmitidas. Muchos frailes y sacerdotes se esforzaron por aprender los idiomas locales para llevar a cabo con más eficacia su labor de difusión del Evangelio.

¿Qué diferencia la llegada de los españoles a América frente a lo que hicieron otros pueblos europeos en sus respectivas expansiones?

A pesar de que los menos documentados siguen impregnados de las falsedades de la conocida como leyenda negra, innumerables españoles realizaron un escrutinio ético del que la mayor parte de los anglosajones, belgas, galos, germanos, etc. estuvieron ayunos. Me permito remitir en este punto a la sensacional investigación recientemente publicada por Enrique Sueiro con el sugerente título Mentiras creíbles, verdades exageradas. 500 años de leyenda negra.

¿Qué piensa de quienes afirman que España debería pedir perdón por el modo en que se realizó la conquista de América?

Solo puede entenderse una solicitud tan extemporánea por la ignorancia o la mala fe de quien lo propone. En primer término, no tiene sentido asumir responsabilidades de malos comportamientos puntuales llevados a cabo por los ancestros de quienes ahora solicitan excusas. Los míos, sin ir más lejos, no atravesaron el Atlántico. En segundo lugar, y sin minimizar espurias actuaciones de específicos individuos, la preocupación por el desarrollo profesional y la formación de los aborígenes fue ejemplar. Basta, para verificarlo, recordar la creación de universidades, colegios, hospitales, escuelas, etc. desde el primer momento. Por lo demás, como detallo en el libro, la conquista de América fue llevada a cabo por indígenas, hartos de la explotación a la que eran sometidos por parte de las tribus predominantes. No hubo tanto enfrentamiento entre indios y españoles como guerras intestinas entre lugareños que se apalancaron, como si de un benemérito rodrigón se tratase, en los recién llegados.

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