¿Gratis?

Guias

No sé si será mentalidad o educación española, mediterránea, europea, humana o si hasta también funcionaría así en el resto del universo o en el más allá; pero si nos dan a elegir por lo mismo entre pagar o no pagar, es normal elegir la opción de no pagar. ¿O no?

Cuando el que paga somos alguno de nosotros, por supuesto diremos que es mejor que sea gratis. Pero quiero intentar reflexionar sobre todos los puntos de vista y los que intervienen en este negocio. No voy a poner ejemplos de otras profesiones, pero que cada uno que esté leyendo este artículo se lo plantee en su trabajo: ¿Qué pasaría si surgen personas o empresas o negocios que hacen lo mismo, pero que al consumidor le dicen que se lo ofrecen gratis y que, si quiere, según esté más o menos satisfecho, le da una propina o no? La mayoría de los que antes iban a ti, ahora irán al que lo hace gratis. ¿Será una vuelta a un mundo sin dinero? ¿Un sistema ideal en el que todos somos tan buenos que ofrecemos nuestro trabajo a cambio de nada, y que esa misma bondad lleve a que nos demos propinas como símbolo de agradecimiento? Yo te hago el pan y te lo doy, tu me arreglas la camisa, el otro cambia la tubería del baño, y yo te hago una visita de la catedral; todo gratis. ¡Un mundo ideal!

Pero no, no estamos ni mucho menos en un sistema así. Y el tema de las visitas guiadas gratuitas es la única profesión en la que se está dando este fenómeno fuera de la normalidad. No digo fuera de la legalidad, porque mientras quienes lo hagan sean guías habilitados, no habría de momento nada a lo que aferrarse para declararlo ilícito, ya que son muchos los vacíos legales de los que se aprovechan para poder seguir funcionando así. Porque el que algo sea legal, no significa que no sea alegal.

Como consumidor, me sentiría muy engañado si a la hora de pagar algo, el precio final no coincide con el que me dieron en un comienzo. En este caso, si algo se anuncia como gratis y después me dicen que “lo normal es que los asistentes den entre 5€ o 10€”, ya me están engañando, o si no, forzando a que tenga que darles ese dinero para no quedar mal.

Y ojo, lo que en teoría sería una visita que alguien va a ofrecer de una o dos horas gratis a un grupo de personas, si ese grupo es de 20 o 30 personas, se convierte en un ingreso al bolsillo de unos 300€.

Volviendo al tema de que te pidan propina cuando se anunciaba como algo gratuito, ¿eso no es mentir al consumidor para atraerle, aunque una vez ya lo tienes reunido, al empezar le digas que al final le vas a pedir una propina? ¿Eso no es publicidad engañosa? ¿Y eso no está regulado? Pues debería regularse más aún, o prohibirse. La Agencia de Publicidad del Reino Unido declaró publicidad engañosa esas visitas que luego piden propina, y lo que se estipuló es que si ponen las palabras “free-tour” en su publicidad, estaría prohibido pedir una propina; así que, o no se anuncia como visita gratuita, o no se pide nada al final, pero anunciarse y pedir propina podría ser penado. Y nuestra administración debería hacer lo mismo, no solo la autonómica, o nacional, sino la europea, que tanto esfuerzo hace en defender los derechos de los consumidores.

Y cada uno que gane lo que quiera o pueda, pero repitiendo unos cuantos grupos de unas 20 personas a lo largo del día, la cantidad puede ser considerable. Desde todas las administraciones nos insisten, y con razón, en pedir facturas, para disminuir el dinero negro que circula. El hecho de que en algunas empresas haya parte de dinero negro, quizá no se pueda eliminar del todo; pero es que en estos casos, donde de primeras todo ese dinero se recibe sin facturación, como ciudadano que cada año pago mis impuestos y como trabajador que en mis facturas queda descontado el porcentaje de IRPF, con su IVA correspondiente que trimestralmente en mi caso pago, me pregunto: ¿cómo sé yo que ese dinero es declarado y entra en el caudal fiscal en el que todos participamos, y del que luego todos queremos más y más gasto para recibir buena atención sanitaria, buena educación, buenas carreteras, buen funcionamiento de la administración y que nos quede una jubilación satisfactoria? Porque para pedir eso todos lo tenemos claro, y decimos que para eso pagamos impuestos, pero ¿todos lo hacemos? Yo no creo que todo ese dinero de esas visitas gratuitas, ni mucho menos, sea declarado.

Y en casi todos los casos no me refiero a los guías que hacen esas visitas, porque la mayoría de los que conozco son contratados por empresas o por plataformas de Internet para hacer el trabajo (sucio) de dar la cara, de pedir una propina que al final no es para ellos porque, como digo, muchos son asalariados (perdón, mal asalariados) y después de hacer su trabajo, lo recaudado va a la empresa. Porque estos guías que conozco, son guías habilitados y muchos de ellos son muy buenos.

El hecho es que esta manera de ofrecer trabajo supone una competencia desleal exagerada. Ya no se puede bajar el precio más, porque por mucha calidad que yo pueda ofrecer o muy divertido que pueda ser, el turista eso no lo puede saber hasta que no se lo haya podido demostrar. Lo primero que motiva a un visitante a la hora de escoger a un guía o a otro es, aparte del recorrido que le ofrezcas, el precio; y como los mismos itinerarios van a ser ofrecidos por todos, el precio más bajo es el que gana. Aunque, volviendo a la ironía del mundo ideal del que hablaba al comienzo, siempre me quedará la opción de llegar a ser tan buena persona que sea yo quien les dé dinero a los turistas por venir conmigo.

Para terminar mi reflexión, quería hacer tres llamamientos:

El primero a esos guías que realizan ese tipo de visitas; luchar por vuestra profesión no es solo que podáis trabajar y ganar un dinero, es hacerlo bien como sé que lo sabéis hacer, pero también es dignificar la profesión; y si tú mismo valoras que tu trabajo vale cero o lo que a la buena de Dios quieran dar porque al final depende de lo que otros te valoren, con eso ni te respetas ni te valoras. Todo tiene un valor, tu trabajo también, y tienes que hacer lo posible para que todos lo mantengan, y cuantos más nos mantengamos en esta posición de no trabajar por una propina, más difícil lo tendrán los que se lucran del trabajo de esos guías.

El segundo llamamiento es a la administración competente, tanto en turismo, como en protección del consumidor, como en la regulación de la publicidad, como en el aspecto laboral. Ya sé que esto entra dentro de la puesta tan de moda ahora, la economía colaborativa, pero también esa economía requiere de una regulación, ya que, si no, mucho de ese dinero de pierde y no repercute económicamente en el Estado del bienestar. También, como señalaba antes, por la defensa del consumidor, que no le engañen anunciando una cosa que luego se convierte en otra. Pero, además, los derechos de los trabajadores deberían proteger a todos, pero en el caso de los que ofrecen ese servicio gratuito a cambio de propina para ellos, no para una empresa, su salario quedaría a cero, sin respetar en su caso nada similar al salario mínimo interprofesional en el caso de los trabajadores por cuenta ajena, y nadie debería trabajar recibiendo por ello una remuneración ridícula o nula, sea un trabajador asalariado o un autónomo.

Y el tercero va dirigido a ti, como turista, como cliente, como visitador de una ciudad o de un monumento. Recuerda todo esto, ponte en su lugar, y traslada esa situación a tu trabajo. ¿Te gustaría que te pagaran con una propina? ¿Ofrecerías tu trabajo gratis?

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