«Mis canciones no son para hoy, son para mañana». Cecilia

Lídia Pujol

Cuando se cumplen 45 años de la muerte de Cecilia, sus canciones siguen invitándonos a silenciar a los intermediarios —mediáticos, culturales, políticos, familiares o religiosos— para preguntarnos quiénes somos, qué pensamos y cuál es nuestro deseo más profundo.

El próximo viernes 17 de septiembre, en el marco del ciclo «Folk en la Berlanga», Lídia Pujol presentará en Madrid «Conversando con Cecilia», un trabajo en el que ha despojado las canciones de la artista fallecida de los arreglos de la época, para hacer que las letras emerjan a la superficie y redescubrir así su profundidad.

El 3 de octubre de 2017, milagrosamente, una canción de Cecilia compuesta en 1974, se hace presente en la vida de Lídia Pujol para relacionarla con las circunstancias tantas veces repetidas a lo largo de la historia natural: el pez grande se come el pequeño.

Al escuchar a Cecilia, Lídia se sintió interpelada y quiso establecer una conversación con el proyecto artístico y vital de la cantautora madrileña. Con la colaboración de músicos y productores, ha despojado las canciones de los arreglos de la época para hacer que las letras emerjan a la superficie y redescubrir así la profundidad con la que Cecilia cantaba sus inquietudes.

Algunas de esas letras fueron mutiladas (e incluso prohibidas) por los censores franquistas: Lídia Pujol recupera las versiones originales tal como fueron compuestas por Cecilia.

Sobre Cecilia

Cecilia (Evangelina Sobredo) murió con 27 años el 2 de agosto de 1976 en un accidente de tráfico, su vehículo impactó contra un carro de bueyes. Hija de un militar retirado y persona de confianza del generalísimo, le tocó nacer en el Pardo, en una de las familias afines al régimen. El padre, convertido en diplomático, viajó con su familia por el mundo.

La niña Evangelina, Eva para los amigos, es educada en inglés en el extranjero y sus referentes son Bob Dylan, Joan Baez, Simon y Garfunkel, Beatles… A su retorno en España con 19 años, empieza a desgranar su rosario de contradicciones y escribe sus canciones con deslumbrante clarividencia para la España de la posguerra y la dictadura.

Rehuyendo cualquier dogmatismo, en sus canciones Cecilia lo cuestionaba todo, empezando por sí misma y por su entorno. Nunca hizo canción protesta. No quiso convencer a nadie de nada: “Yo no soy nadie para decirle a otro lo que tiene que pensar o hacer. Yo solo hablo y canto sobre lo que vivo y pienso. Solo quiero dividir mi pan y compartir mis opiniones”.

También su actualidad («Mis canciones no son para hoy, son para mañana», llegó a decir), más que palmaria cuando escuchamos los textos tal y como eran antes de que la censura obligara a Cecilia a ocultar, cambiar o mutilar algunas de sus creaciones.

Las de Cecilia «son canciones que 45 años después son clarividentes y siguen despertando conciencias»», ha declarado Lídia Pujol. Por eso decidió desnudarlas, centrarse en la melodía y la letra, y fue esa vuelta a las canciones tal y como ella las concibió lo que «me abrió la puerta a su obra y a la persona».

En sus temas, Cecilia nos invita a silenciar a los intermediarios –mediáticos, culturales, políticos, familiares o religiosos– para preguntarnos quiénes somos, qué pensamos, cuáles son nuestros deseos más profundos. Y al escucharlos, Lídia se sintió impelida a dar una respuesta personal a los interrogantes que se presentan en ellas, estableciendo una conversación con la autora. De ahí el título de su disco.

Lídia Pujol
Después de años de experiencia en la música tradicional yidis, medieval y popular, y de haber actuado por Cataluña, Italia, Francia, Inglaterra y Estados Unidos, irrumpe en la escena musical catalana con la formación Lídia Pujol i Sílvia Comes, con la cual graba dos discos musicando a poetas como Whitman, Cernuda, Ginsberg, Lorca o Prévert, entre otros.

Tras la disolución del dúo, presenta su primer disco en solitario, Iaie (2003), con el que profundiza en la investigación de la emoción con la voz más allá del límite de la palabra y, posteriormente, Los amantes de Lilith (2007), con el que realiza un trabajo de campo en los territorios de habla catalana y, dentro de su música popular, hace una selección de piezas que hablan del abuso de poder; este disco le valió numerosos reconocimientos.

Sus colaboraciones con artistas como Mayte Martín, Dulce Pontes, Idir, Jackson Browne, Kepa Junkera, Brian Dunning (Nightnoise) y Miguel Poveda, entre otros, la han acercado a todas las vertientes de la World Music.

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